18 de junio de 2008

¿Insolidaridad? ¿Estupidez? Esto es lo que se debería evitar.

El redactor de la noticia que leemos en La Voz de Galicia cuenta su experiencia en el transporte metropolitano de Santiago de Compostela.

Reflejamos el hecho en el blog busurbano porque queremos dar fé de que cosas así siguen ocurriendo en el siglo XXI, y cosas así deseamos que no se repitan, ya no en Santiago, sino en cualquier autobús de La Coruña, Galicia, España, el mundo...

Reproducimos el artículo en cuestión:
En uno de los Autobuses de Calo se impide que un padre con un brazo escayolado viaje de Milladoiro a Santiago porque no podía desmontar la silla de su hija; tuvo que marcharse a pie

El tan cacareado transporte metropolitano está muy lejos de converger con el sentido común que impera en Europa. Unas normas absurdas, obsoletas y discriminatorias provocaron ayer que quien firma esta crónica tuviese que realizar a pie el trayecto que separa Milladoiro del Ensanche compostelano. La razón: la negativa del conductor de la empresa Autobuses de Calo a aceptar que un bebé viajase en su silla si previamente no era desmontada.
11:55. Tras una consulta médica en Milladoiro, padre e hija -siete meses, completamente dependiente de su silla y de su padre- se disponen a utilizar el transporte metropolitano para regresar a Compostela. En la parada, en la zona alta de Milladoiro, se detiene con puntualidad casi británica un moderno autocar de la empresa Autobuses de Calo. Confiado en los beneficios del transporte colectivo, este padre le pide permiso al conductor para subir por la puerta trasera, que tiene una plataforma para transportar, precisamente, carritos de bebé y sillas de ruedas.
La negativa del conductor es inmediata: o desmonta la silla o no sube. Con el brazo izquierdo escayolado -por cierto, uno nació zurdo y morirá zurdo-, desde el dedo meñique hasta el codo, le hago ver al chófer la imposibilidad de realizar tal maniobra. Para plegar la silla, tendría que dejarle la niña en depósito al conductor o a algún viajero -ninguno ofreció su ayuda-. Además, le planteo que no puedo realizar el viaje con la niña en el brazo que me queda y que el problema de seguridad que se plantea para mi hija es también evidente.
No hay tu tía. El conductor dice que las normas son para todos y que la silla montada no sube. A todo esto, no llegan a la decena los viajeros que están en el autobús y la plataforma está completamente vacía.
-¿Y qué quiere, que vaya a Santiago a pie?
-No es mi problema, son las normas.
Insisto: ¿De verdad no me va a dejar subir aun viendo que arrastro a mi hija con un brazo solo y que en el autobús hay sitio de sobra?. El fulano le da al chirimbolo del aire y sale zumbando. Me quedo tirado en la parada con mi hija de cuerpo presente, un brazo escayolado y la mayor cara de gilipollas que se le pueda quedar a nadie.
Plan B: a Santiago voy, ligerito, caminando. Echo a andar y paro en el puesto de la Guardia Civil para contar lo que me acaba de ocurrir. Me recomiendan que cubra una hoja de reclamaciones en Autobuses de Calo, que está en Calo. Evidentemente, yo no puedo ir a Calo. Encendido y sudoroso, echo a andar, y que sea lo que Dios quiera.

Al acabarse Milladoiro se acaba la acera, así que tengo que desandar lo andado y meterme por una pista nueva que cruza por debajo de la autovía de Brión. Al llegar a la rotonda de A Rocha no me queda otra que circunvalar con mi hija por el arcén. Por fin dejo el territorio comanche y entro en la capital de Galicia, donde los carritos de los bebés y los padres escayolados pueden hacer vida completamente normal y viajar como cualquiera.

Cuando alcanzo la meta del hotel Peregrino casi son las 13.30. Durante todo el recorrido me rebasan, como con recochineo, media docena de autobuses de Calo. Juré que lo iba a contar en el periódico y cumplo. No debería volver a pasar. La situación es tercermundista. ¿Así realiza la Xunta las concesiones?
Huelgan comentarios. Desde el blog busurbano nos alegraríamos de la posibilidad de que este chofer pueda no ser padre, sea diestro y nunca se vaya a romper un brazo, porque así evitará tener problemas de carrito y criatura en los autobuses de su empresa.

Fuente e imagen: Nacho Mirás / La Voz de Galicia

4 comentarios:

  1. Hombre, el conductor es un hp pero los viajeros son unos cabestros.

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  2. Gracias por hacerte eco de mi experiencia en tu blog. Te contaré que he presentado una denuncia por lo ocurrido ante la Dirección Xeral de Transportes de la Xunta de Galicia. Seguro que no servirá de nada, o igual sí. Hoy me han sacado la escayola y ya puedo conducir. He recuperado mi independencia. Gracias otra vez. Nacho Mirás (www.rabudo.com)

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  3. Nacho, tu experiencia servirá al menos para compartir indignación entre los que hayan vivido algo similar a lo tuyo.

    Bienaventurados los que pueden regresar al "mundo perfecto de los sin problemas de movilidad", porque de no poder salir de él, estarán muy jo...robados mientras dure.

    Ojalá sirva de algo tu protesta, porque ya está bien, parece que nadie se hace cargo de los problemas ajenos hasta el momento en que le ocurre algo que le acerca a las situaciones. Eso sí, mientras tanto, oídos sordos.

    Te pediríamos que nos comentases el desarrollo del caso si hubiese alguna novedad. Si de alguna manera sentara precedente positivo, eso habría que compartirlo y escribirlo todo en mayúsculas!

    Un saludo del blog busurbano.

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  4. me parece increible que a estas alturas pasen estas cosas,solia coger a menudo este trayecto y nunca he tenido problemas, pero que por encima ni los pasajeros le ayuden a este pobre señor? menuda verguenza.

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